La historia nos cuenta que José Francisco de San Martín fue un militar y político argentino y uno de los libertadores de Argentina, Chile y Perú. Es una de los dos figuras más trascendentes de las guerras de independencia hispanoamericanas junto a Simón Bolívar, siendo ambos reconocidos en todo el mundo por sus estrategias revolucionarias. Pero ¿Qué pensaba de los negros? ¿De los inmigrantes? ¿De los esclavos? ¿De las mujeres? ¿De Monte Castro?
En Argentina se lo reconoce como el Padre de la Patria y el “Libertador” y se lo valora como el principal héroe y prócer del panteón nacional. En Perú también se lo recuerda como el “Fundador de la Libertad del Perú”. El Ejército de Chile le reconoce el grado de capitán general. Y si bien tenía una educación conservadora, supo soñar siempre con un futuro popular que contenga la liberación de los pueblos ante cualquier mandato.
“Hermanos”, un sentido latinoamericano rescatado en los tiempos actuales donde se divide al país vecino o peor, se promueve el odio entre las personas con la misma nacionalidad. El mismo San Martin venía de países Europeos que le habían inculcado valores y su formación académica, y aún así sabía identificar la sumisión de los pueblos.
Y también la que había en el propio Virreinato de la Plata. “Un día se sabrá que esta patria fue liberada por los pobres y negros”, así comenzaba uno de sus discursos San Martin en uno de sus escritos:
“Los ricos y los terratenientes se niegan a luchar, no quieren mandar a sus hijos a la batalla, me dicen que enviaran tres sirvientes por cada hijo para no tener que pagar las multas, dicen que a ellos no les importa seguir siendo colonia.
Sus hijos quedan en sus casas gordos y cómodos, un día se sabrá que esta Patria fue liberada por los pobres, y los hijos de los pobres, nuestros indios y los negros, que ya no volverán a ser esclavos.”
En cuanto a las mujeres en esa época obedecía en una sociedad patriarcal, y era un rol subordinado: se dedicaban las tareas del hogar y se preparaban para el matrimonio. Aunque la participación de la mujer en ese proceso de independencia fue valiosa a pesar que las hazañas realizadas por éstas no sean reconocidas y sus nombres no hayan pasado a la historia.
Así fue el caso de Manuela Sáenz, una revolucionaria ecuatoriana, que empezó con su rol de mujer independentista en el año 1819, antes de conocer a Bolívar, ella colaboraba con los patriotas en el Perú. Una mujer que tuvo poder e influencia en los círculos militares, sus amistades la consideraban una pieza valiosa en la gesta, mientras que sus enemigos la consideraban una amenaza por el poder que llegó a tener. Fue condecorada por José de San Martín, con la medalla de “Al patriotismo de las más sensibles”.
Por el lado del barrio de Monte Castro (en ese entonces paramos de tierra con un poco de civilización) los miembros del Congreso del Año 13 despidieron allí a San Martín, cuando se hace cargo del Ejército luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma y que según dicen los documentos “en esos predios los libertos del 7mo Regimiento de Infantería que acompañaban a San Martín bailaron, como despedida, al compás de las charangas”. Tal vez José también bailó.