Todos los 8 de marzo se conmemora en el mundo la lucha de las mujeres por la igualdad, el reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos.
El 8 de marzo de 1908, un suceso trascendental marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. El motivo se debía a la búsqueda de una reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica.
Con este antecedente, un año después, en 1910, se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en Dinamarca. El tema central fue el sufragio universal para todas las mujeres, y por moción de Clara Zetkin, se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908.
En la actualidad, las mujeres son ejemplo de dedicación, fuerza, inteligencia y responsabilidad, lo que se refleja en su capacidad para superar las adversidades que se le impone en esta sociedad, tan desigual y definida en su contra.
A pesar de que se dice y pregona que vivimos en una sociedad igualitaria y que se defiende los derechos de la mujer, se continúa con la cultura de separar a esta, del género masculino, con todo lo que ello conlleva, manteniéndolas en la separación.
Se trata de ignorar que la mujer asume y adquiere obligaciones, lo que definitivamente no es reconocido ni valorado, ya que se considera como su deber, por el hecho de ser mujer; nunca más equivocada esta apreciación.
La mujer tiene deseos de profesionalizarse, de formarse, de aspirar a otras dimensiones, de conseguir metas y logros dentro de la sociedad, y dejarla de considerar que como “es mujer”, “su lugar está en el hogar” y nada más.
De hecho, la ponen en la disyuntiva de “hogar o trabajo” sin entender que las mujeres son multifacéticas y tan capaces como los hombres, de asumir obligaciones, trabajos y responsabilidades, la mayoría de las veces con mejores resultados y rendimientos que ellos. Como el hecho de sacar adelante a la familia con su esfuerzo y dedicación, con una ventaja, de no perder su delicadeza, su comportamiento y su presencia de mujer.
No hay que olvidar que cada una de las personas de diferente sexo tiene algo en particular que aportar en la vida, no olvidando que la vida se complementa por ambos sexos, no se compite, y ese principio es lo que impide valorar a las mujeres hoy.
Las mujeres deben asumir en esta sociedad el rol de cualquier ser humano, porque son capaces de pensar, discernir y decidir sobre aspectos de importancia e impacto social, para ayudar y contribuir a la toma de decisiones y de esta manera compartir los roles de manera integral, hombre y mujer, sin olvidar que el único rol que no puede ser compartido es el de ser madre.
Por todo ello y mucho más, debemos educar para respetarlas y, en justa correspondencia, amarlas y quererlas sin edad ni categorías ni prejuicios. A ella, a la niña, a ella, la adolescente, a ella, a la joven, a la que nos cuida ya madura o cuando se convierte en mamá… Sin embargo, como sociedad estamos fallando al reconocimiento y respeto a su dignidad. En la casa, en la calle, en el aula, en el trabajo…son y han sido objeto de ultraje, humillación y ofensa hasta llegar al ominoso femicidio. Ya sea como hermano, como hijo, como compañero, debemos exigir respeto para ellas.
A todas las maestras, estudiantes, directivas, compañeras de trabajo les manifestamos nuestra gratitud. Simple y sinceramente queremos manifestarles nuestro respeto y admiración, en el Día de la Mujer.
Muchas gracias!