Atelier Filippo, ubicado en Álvarez Jonte 5121, es un encantador comercio dedicado a la venta de pinturas al óleo, tanto personalizadas como reproducciones, además de ofrecer servicios de enmarcado.
En este pequeño local, la tradición y la pasión se entrelazan, siendo actualmente administrado por Gabriela y Marcelo Filippo, hijos del fundador, Carlos Filippo. En un barrio como el nuestro, resulta poco común encontrar establecimientos dedicados a la comercialización de obras de arte, pero la historia de Atelier Filippo trasciende más de 6 décadas en Monte Castro. En esta entrevista, conversaremos con Marcelo, quien no solo se dedica a mantener viva la tradición familiar junto a su madre y su hermana, sino que también encuentra tiempo para explorar su pasión por la música y la restauración de instrumentos.
¿Cómo surgió la idea de abrir un atelier en un pequeño barrio como Monte Castro?
- Mi padre inició este negocio gracias a los pedidos que le encargaban los vecinos del barrio, la mayoría inmigrantes, que le pedían realizar pinturas de paisajes de sus pueblos. Él tuvo la facilidad de pintar y poder adaptarse a lo que le pedían. Tiempo después agregó los marcos, para diplomas, fotografías. Este local abrió el 12 de diciembre de 1959, en frente solo había un baldío, no estaba toda la parte comercial que hoy en día conocemos, había comercios, pero llegaban hasta Bermúdez. Creo que estamos tanto tiempo en el barrio porque mi padre compró el local y al no tener que depender de un alquiler hizo que los tiempos de crisis no sean tan complejos como para otros comerciantes. Aunque nosotros sabemos que vendemos algo que no es de primera necesidad, a la gente le gustar tener un cuadro en su casa y nuestros precios son accesibles.
¿Cuál es la particularidad que ofrece tu comercio?
- Y somos un rubro muy específico, no todo el mundo puede hacer cuadros y marcos. Tenemos muchos clientes que no son del barrio, justamente porque es difícil de encontrar un lugar como el nuestro. Además, con internet logramos ampliarnos, a mi hermana le hacen pedidos por encargo y la contactan por Instagram (@gabafilippo). Yo soy músico, y ahora que mi padre no está y el negocio debe seguir, empezamos a hacer cosas que tienen que ver con nosotros, ahora también hacemos arreglos de instrumentos musicales. Pero nuestra esencia es la misma, porque en definitiva el barrio nos conoce por eso, por lo que somos, tenemos nuestra identidad acá, yo fui alumno de la escuela Alejandro Aguado y soy de All Boys aunque ahora viva en Villa del Parque.
¿Carlos siempre estuvo presente en el barrio o también realizó colaboraciones en eventos o con otros artistas en otros lugares?
- Para mi padre siempre este negocio era “su lugar”, nunca tuvo otros motivos para salir del barrio. Aunque en los años 90, una amiga mía nos dijo de llevar unos cuadros a una exposición de muebles acá en Buenos Aires, era otro ambiente, con otro tipo de público. Mi padre no estaba encantado con la idea, pero lo convencimos, además la situación económica del país medio que lo obligaba también.
En esos días de exposición, creo que fueron 10, logramos vender muchos cuadros y también reservaron trabajos. Esos años el negocio apuntó a otro público y nos ayudó a atravesar tiempos económicamente más difíciles para nuestro rubro. En ese momento fue una buena oportunidad, pero mi padre siempre quiso estar acá, no le terminó gustando como se manejaban en otros lugares. Años después, muchos de esos clientes le seguían haciendo pedidos.
¿Notas una diferencia entre lo que hacía tu padre y lo que hacen ahora ustedes?
- Creo que logramos entender los nuevos tiempos, mi padre era más tradicionalista en la pintura, él se sentaba en la vidriera con su caballete y pintaba, mientras la gente pasaba y lo veía. Pero porque él tenía su estilo, le gustaba que vengan a ver personalmente la pieza y era más de pintar paisajes. Era un hombre que disfrutaba tener un trato muy personal; iba a la casa del cliente con 3 cuadros distintos para ponerlos en la pared y viera cómo quedaba cada uno. Mi hermana tiene un estilo más contemporáneo; moderno, con las redes sociales hace conocer su trabajo y ahora al cliente le podés mostrar cómo va quedando la pieza a través de fotos por Whatsapp, creemos que es una herramienta más sencilla y directa para mostrar nuestro trabajo y que sea participe del proceso.
¿Qué toman en cuenta cuando un cliente les pide un trabajo personalizado? ¿Le aconsejan algo?
- Cada cliente tiene su impronta, algunos ya saben lo que quieren, otros tienen una vaga idea, otros recuerdan algo que vieron y quieren algo similar. Igual nosotros los guiamos si es necesario, me pasa mucho que piden marcos blancos, y no es lo mejor, con el tiempo se ensucian, pero a veces la gente no prioriza eso cuando lo pide, entonces le aconsejamos que quizás sea de otro color. También hacemos reproducciones de obras ya conocidas, como Van Gogh.
¿Qué te dicen las personas cuando ven tu negocio?
- Siento que es una ventana hacia un mundo menos salvaje. A veces la gente pasa y se queda mirando los cuadros, nos dice: “hay qué lindo lugar, me gustaría vivir ahí”, y el arte te transmite a esa idea de llevarte a un lugar mejor. Tiene esa característica de ser inesperado, quizás vos ves una carnicería, un comercio de ropa y, de repente, ves cuadros. Somos algo que sorprende positivamente.
Por Nerina B. Pérez Fiumara
Los cuadros realizados por la familia Filippo, exhibidos en su local en Álvarez Jonte 5121