Revista de Monte Castro


Revista Nº 129


Revista Monte Castro Nº129

NOTAS:


“ILUSIÓN”

Me pregunté cuáles son las condiciones importantes para lograr grandes objetivos, y llegué a la conclusión que hace falta valor, esfuerzo, decisión y perseverancia, todo eso es lo que se tiene que tener cuando uno quiere lograr un propósito. Sin todas esas cualidades juntas es imposible emprender algún proyecto con éxito.

Siempre, tener una actitud positiva, ir sin prisa, seguro nos permitirá lograr que las ilusiones, motor de nuestras vidas, nos lleven a hacer realidad nuestros sueños, nos dará energía, alegría y esperanza, viviendo una realidad mucho más feliz.

María Cristina Ribaudo
Presidente

El Día de la Madre en Argentina no solo es una celebración de la maternidad, sino que también simboliza el amor y el respeto hacia las figuras maternas. Es un día en el que se reconoce el sacrificio, la dedicación y el amor incondicional que las madres brindan a sus hijos y familias.

Las raíces de la celebración del Día de la Madre se remontan a la Antigua Grecia, donde se rendía homenaje a Rea, la madre de los dioses del Olimpo como Zeus, Poseidón y Hades. Los griegos honraban a esta diosa de la fertilidad y la maternidad con festivales anuales de primavera. Con la llegada de los romanos, esta celebración se transformó en la Hilaria, que se celebraba el 15 de marzo en honor a Cibeles, la diosa madre de la tierra y símbolo de la fertilidad. Así, la tradición de honrar a la madre como dadora de vida se fue extendiendo por el Mediterráneo.

Cuando el cristianismo se expandió por Europa, las festividades se adaptaron para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En el año 431 d.C., el Concilio de Éfeso proclamó a María como la verdadera Madre de Cristo, lo que marcó un cambio significativo en la celebración de la maternidad. En 1931, el Papa Pío XI dedicó el 11 de octubre a la "Divina Maternidad de María". Esta decisión fue fundamental para establecer el Día de la Madre en Argentina, que inicialmente se fijó para celebrarse el domingo más cercano a esta fecha.

En Argentina, la celebración se formalizó bajo el gobierno de José Félix Uriburu, quien estableció el Día de la Madre como una festividad nacional, promoviendo la unión familiar y el reconocimiento del rol materno en la sociedad. Finalmente, la festividad se consolidó como el tercer domingo de octubre, convirtiéndose en una tradición que lleva más de 90 años en el país y que se ha extendido a toda la sociedad argentina como una forma de honrar y expresar gratitud hacia las madres.

La figura de la madre en la música y literatura argentina emerge como un símbolo poderoso que trasciende generaciones y estilos. En las letras de canciones de artistas como Mercedes Sosa y en las páginas de escritores como Jorge Luis Borges, la madre se presenta como un pilar fundamental, representando amor, sacrificio y la conexión con las raíces. La madre se convierte en un hilo conductor que une las emociones más profundas de la experiencia argentina, resonando en cada verso y en cada relato. La música argentina es un vehículo poderoso para rendir homenaje a las madres en el Día de la Madre. Canciones como "Zamba de Ángel" de Raly Barrionuevo y Elvira Ceballos, con su hermosa melodía y letra que celebra el amor maternal, capturan la esencia de esta festividad. Dúos como el de Susana Rinaldi y su hija Ligia Piro en "Desde el alma" reflejan la complicidad y el cariño entre madre e hija a través de un vals emotivo.

Artistas como Silvina Garré grabaron canciones dedicadas especialmente a las madres, como "Adoro a mi madre", donde su voz le da un brillo especial a su vínculo. Incluso compositores como Raly Barrionuevo escribieron temas como "La niña de los andamios", que interpreta junto a Lisandro Aristimuño, para rendir tributo a la madre que lo acompañó en su crecimiento. Estas canciones y muchas otras en el repertorio musical argentino son un testimonio del amor y respeto que se siente por las madres en esta fecha.

En este día especial, la Asociación de Comerciantes de Monte Castro sortea 2 entradas para el show de Luciano Pereyra y Abel Pintos en el Luna Park en diciembre, participá y podés llegar a ganar el regalo perfecto para mamá!

“Tú pusiste en mi alma la enfermiza ternura, el anhelo nervioso e incansable de amar; las recónditas ansias de creer; la dulzura de sentir la belleza de la vida, y soñar” – Poema ‘Dones’ de Luis Gonzaga Urbina

Por Nerina B. Pérez Fiumara


El 12 de octubre, Argentina celebra el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, una jornada que invita a la reflexión sobre el amplio entramado cultural del país y a reconocer la historia de sus pueblos originarios. El objetivo de esta conmemoración es promover un diálogo intercultural que valore la diversidad étnica y cultural, en consonancia con los principios de la Constitución Nacional y los derechos humanos. Esta transformación busca no solo recordar la llegada de los europeos a América, sino también reconocer las injusticias históricas sufridas por los pueblos indígenas y afrodescendientes, quienes continúan enfrentando desigualdades en la actualidad.

La celebración del Día del Respeto a la Diversidad Cultural se erige como una oportunidad para visibilizar estas luchas y fomentar un futuro más equitativo. El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) trabaja para proteger los derechos de estas comunidades y promover su participación activa en la vida socioeconómica y cultural del país. En este contexto, la fecha se convierte en un llamado a la acción y a la construcción de un país donde todas las identidades sean valoradas y respetadas. En el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, es fundamental reconocer la riqueza y la historia de los pueblos originarios que habitaron la región de la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estos grupos étnicos, cada uno con su propia cultura, idioma y tradiciones, dejaron una huella indeleble en la identidad de nuestra ciudad.

Los querandíes, mencionados en documentos coloniales desde el siglo XVI, fueron un grupo étnico nómade que habitó la zona del Río de la Plata, incluyendo lo que hoy es Buenos Aires. Se organizaban en grupos familiares y parcialidades, liderados por caciques, y su economía se basaba en la caza y la recolección. Aunque su idioma es poco conocido, con escasos testimonios, algunos autores sugieren que podría estar relacionado con el idioma gününa këna. Lamentablemente, su desaparición a fines del siglo XVII sigue siendo un misterio, con teorías que van desde el exterminio hasta la asimilación a otros grupos indígenas.

Por otro lado, los guaraníes, un pueblo indígena que habita principalmente en el Gran Chaco, Paraguay y el noreste de Argentina, dejaron una huella indeleble en la cultura de Buenos Aires. Eran agricultores y cazadores, cultivando maíz, mandioca y otros cultivos, complementando su economía con la caza y la pesca. Su organización social se basaba en tribus y clanes, con un sistema de liderazgo que incluía a caciques. El guaraní, lengua oficial en Paraguay, sigue siendo hablado por una gran cantidad de personas en Argentina, y se utiliza en la literatura y la música, siendo un vehículo para expresiones culturales ricas y diversas.

Aunque su asentamiento principal no estaba en Buenos Aires, los mapuches, originarios del sur de Chile y Argentina, tuvieron un impacto significativo en la cultura y la historia de la región. Eran agricultores y cazadores, cultivando productos como maíz y papa, y también practicaban la ganadería. Se organizaban en comunidades autónomas, con un fuerte sentido de identidad y pertenencia, siendo la figura del lonko (líder) central en su estructura. El mapudungun, la lengua de los mapuches, aunque su uso disminuyó, se están llevando a cabo esfuerzos para revitalizarlo.

Los tehuelches, un pueblo indígena que habitó principalmente en la Patagonia, también influyeron en la historia de Buenos Aires. Eran nómades, dedicándose a la caza de guanacos y a la recolección, siendo su movilidad esencial para su supervivencia en un entorno hostil.

Se organizaban en grupos familiares, sin una estructura política centralizada, siendo la vida comunitaria fundamental para su supervivencia. Aunque su idioma desapareció prácticamente, se documentaron algunas palabras y frases.

Estos pueblos originarios, con su legado y resistencia, recuerdan la importancia de valorar y respetar la diversidad cultural que define la ciudad y el país. Según los resultados del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, 74.724 personas en la ciudad se identifican como indígenas o descendientes de pueblos originarios, lo que representa aproximadamente el 2,4% de su población total de 3.120.612 habitantes. Esta cifra es parte de un fenómeno a nivel nacional, donde la población indígena total en Argentina asciende a 1.306.730 personas, equivalente al 2,9% de la población total del país. La inclusión de una pregunta específica sobre identidad indígena en el censo de 2022 permitió visibilizar a esta población de manera más efectiva en comparación con censos anteriores.

Los pueblos originarios fueron históricamente invisibilizados y marginados en la construcción de la identidad nacional argentina, que se basa en un modelo de identidad con fuertes raíces europeas. Aunque muchas poblaciones sufrieron terribles masacres en el pasado, estas comunidades siguen presentes, es decir, esto no debe limitar la narrativa actual sobre sus pueblos y las nuevas generaciones. Priorizar la visibilidad de la identidad única y la historia de cada uno permite cuestionar la perspectiva eurocéntrica predominante en la historia argentina. Esto contribuye a la construcción de una sociedad argentina más inclusiva y justa para todos sus habitantes.

En este Día del Respeto a la Diversidad Cultural, es imperativo reconocer y celebrar la presencia de los pueblos originarios en Buenos Aires. Su legado y su lucha por mantener vivas sus identidades son un recordatorio constante de la importancia de valorar y respetar la diversidad en todas sus formas. Desde la organización de eventos culturales que visibilicen las tradiciones indígenas, hasta la implementación de políticas públicas que garanticen sus derechos y su participación en la vida de la ciudad son necesarias para entender cómo forman parte de la historia de la construcción de este país.

Erquencho

En la imagen se visualiza el erquencho, también conocido como erke, erkencho o irqi, es un aerófono tradicional del noroeste de Argentina y el sur de Bolivia. Se trata de un instrumento utilizado en diversas celebraciones.

Por Nerina B. Pérez Fiumara
En el año 1884, se erigía la primera escuela del antiguo Monte Castro, un faro de conocimiento en medio de un páramo de ilusiones. Ubicada a dos cuadras del Camino a Monte Castro (luego Segurola), en la esquina de Avenida Álvarez Jones y Benito Juárez (propiedad del Sr. Scavino), esta institución educativa se convertiría en el corazón palpitante de un barrio en constante evolución. Por esa época todo era quintas de verduras, cultivos de frutales y hornos de ladrillos y el arroyo Maldonado un obstáculo de envergadura hacia Flores y Floresta.

El 20 de septiembre del mismo año, la Dirección de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires otorgó el reconocimiento formal a esta escuela pionera, cuya primera directora fue Doña Vicenta Bartoza de Bertrand. Antes de su creación, la alfabetización en Monte Castro solo era posible en las casas particulares, debido a la distancia con la escuela más cercana, ubicada sobre Rivadavia, y la falta de medios de transporte. Los 16 niños y 24 niñas con los cuales se inició la escuela tenían que movilizarse a pie, a caballo o en carro.

En 1894, la escuela del Monte Castro pasó a depender del Consejo Nacional de Educación, con la denominación de N°3 del Distrito Escolar 18 "Monte Castro". La escuela se convirtió en un pilar educativo para los ñiños de los barrios cercanos, como Villa Luro y Villa Devoto. En 1916, en conmemoración del Centenario de la Independencia, se le otorgó a la escuela una placa recordatoria por su papel en la formación del primer Ejército Patrio en 1810.

La historia del edificio ubicado en Álvarez Jonte 4718 refleja un recorrido significativo en la comunidad. Desde su inauguración hasta su traslado en 1933 a unos pocos metros, en Álvarez Jonte 4651, este lugar es un pilar central en la identidad del barrio. En 1986, el edificio fue comprado y, tras varios años, en 1994 pasó a ser administrado por el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad. Esta escuela, que le otorgó el nombre al barrio, es un símbolo de unidad y diversidad, lo que llevó a la declaración como sitio de Interés Cultural en 2003.

Como ex alumna y vecina del barrio, puedo expresar que más allá de su importancia histórica, los habitantes de Monte Castro nos sentimos orgullosos de que nuestros padres y abuelos hayan construido con su esfuerzo y trabajo este lugar que llamamos hogar. Un barrio fue recorrido por figuras emblemáticas, como el periodista y escritor Roberto Arlt, quien, según la leyenda urbana, inició la escritura de su célebre novela “El juguete rabioso”, publicada en 1926, en este vecindario. Estos pequeños acontecimientos, en el desarrollo de la historia, la cultura y la literatura, son parte fundamental de la identidad de este barrio.

Esta escuela albergó a generaciones de soñadores, provenientes de diferentes culturas, algunas muy lejanas y otras no tanto. Hoy, cuando la escuela cumple este aniversario, se nos llena el corazón de ternura al nombrarla. Un tesoro lleno de historias, un faro de conocimiento que ilumina el camino de incontables almas en busca de un futuro mejor. Y con estos 140 años somos todos testigos del continuo crecimiento y evolución de esta institución, que sigue siendo el pilar de una comunidad unida por el amor al saber y al progreso.

Escuela Monte Castro

Escuela “Monte Castro”, ubicada en Álvarez Jonte 4651

Por Nerina B. Pérez Fiumara