En su activa participación, junto al comercio minorista y en ocasión de celebrarse el “Día del Padre”, CAME-FECOBA lanzó una promoción para adquirentes de tarjetas de crédito, que cubrió la compra de las últimas jornadas anteriores al “Día del Padre”.
Dicha promoción consistió en otorgar 12 cuotas, con un muy bajo interés, teniendo en cuenta las tasas nominales que se pagan en la actualidad lo que hizo muy accesible la adquisición de bienes y servicios, atomizando el precio final, y aumentando sensiblemente el consumo comparativo de estos tres días con el año anterior.
Nuestro Centro Comercial, de activa participación en CAME-FECOBA puso a punto, a través de su organización directiva una fuerte promoción del plan de pago en 12 cuotas, y así fue interpretado por vecinos y público en general, que acudieron a nuestro Centro Comercial para realizar sus compras del “Día del Padre”.
Hoy no podemos seguir planteando una confrontación entre Comercio a Cielo Abierto y Shopping. Por distintas causas, motivaciones y ocasionales situaciones existe un público con tendencia a consumir en grandes superficies y otro en Centros Comerciales a Cielo Abierto.
El Centro Comercial Monte Castro, así como cualquier otro de la ciudad, no es el producto de un grupo empresarial, que por distintas situaciones decide edificar en una superficie que supere los 4000 m2 un elefante blanco en el que cohabitan reconocidas marcas con salas de cine, y que comprobadamente articula zonas de alta densidad poblacional con gran poder adquisitivo.
Tienen también estas superficies, el problema del impacto ambiental que genera en el vecindario (como el DOT), que cada vez que llueve, los vecinos reciben el caudal del exceso de agua que envían por medio de bombas extractoras, para no inundar sus cocheras.
Así podríamos enumerar cantidad de dificultades que generan estas “moles de cemento”.
Pero volviendo a nuestro Centro Comercial, decimos y con orgullo, que somos el producto de la necesidad de nuestros vecinos, y al mismo tiempo tributarios de sus economías, y hermanados en un destino en común. Si a ellos les va bien, nosotros corremos con la misma suerte.
Somos un gran tejido social que se fue componiendo a través de décadas, un pacto fuera de contrato pero al mismo tiempo muy sólido, entre público, vecinos y comercios. Somos caras visibles, somos personas físicas y no jurídicas, somos la continuación de nuestros padres, somos el mandato ético, somos lugar.
Una identidad en común, y un sello de humana calidad.
Creo que en los tiempos que corren, las ofertas generadas entre bancos y tarjetas de crédito, agilizan las ventas y servicios, y con ello el movimiento y reposición tan necesario para fabricantes e industriales.
Las 12 cuotas de los días 13, 14 y 15 de junio, nos pusieron en un pie de igualdad y competitividad con aquellas “moles de cemento” que la cultura de la globalización no dudó en llamar un “no lugar”.