La escuela Número 02 Alejandro Aguado ubicada en Cervantes al 1911, cumplió 100 años y los festejó con los y las ex estudiantes de la institución. Hubo puestas en escena donde se mostraron bailes, cánticos y un despliegue cargado de mucha nostalgia.

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”, frase del periodista y escritor Eduardo Galeano, la cual se podía apreciar al reverso del volante con el programa del centenario escolar. La celebración abarcaba los días 27 al 31 de agosto y hubo más de 15 exposiciones diferentes realizada por alumnos y alumnas.

La sra. Silvana, la vicedirectora del turno tarde comentó que fue mucha la preparación para realizar el gran despliegue de los que participaron padres, madres, maestros y maestras. Muchas materias se relacionaron entre si para lograr objetivos comunes como cantar la canción en ingles “Stand by me” de Ben King. No sin antes cantar el clásico “Nos veremos otra vez” de Serú Girán.

“Las familias de los chicos dieron una mano en cuanto a la pintura, estaban comprometidos y entusiasmados al igual que el barrio”, pudo dar cuenta la vicedirectora que destacó la gran convocatoria. Días previos se repartieron los volantes anunciando el evento.

Fueron meses de preparación y arduo trabajo, en el cual combinaron horarios con todos los turnos y practicaron.
También realizaron una investigación histórica con el fin de armar un museo que contenía antigüedades desde guardapolvos hasta fotos y demás artefactos de la época. En la entrada se puede observar un número 100 formado a partir las imágenes recolectadas de los primeros años del colegio.

En el acto apertura tuvo la presencia de la banda Aeronáutica Argentina, las cuales aprovecharon las dimensiones y la acústica del gran patio. Después siguió el coro escolar integrado por alumnos de 3er grado D interpretando “La escuela de mi barrio”, para dar pie a la coreografía de 1er grado que bailaron “Madre tierra” de Chayanne.

En las muestras estéticas del 28, 29 y 30 de agosto hubo muestras de tecnología, maquetas de la escuela, murales y una ronda de entrevistas a los ex alumnos y alumnas. Se agradeció el apoyo de la Asociación de Comerciantes Industriales y Profesionales de Monte Castro, quienes en emotivo homenaje obsequiaron una placa de reconocimiento por los 100 años de la institución. Más emociones y sentimientos encontrados aparecieron en el discurso final la directora Silvia Cao, quien fue docente, sigue dejando huella y afianzando su compromiso en el primario.

La directora de la Escuela de Música Cnel. José A Melián, ubicada en la calle Camarones 4351; Mará Ángel, brindó una entrevista donde detalló los comienzos, cuales son los principales objetivos de los docentes y cual ha sido su experiencia detrás de la enseñanza a través de los instrumentos.

-¿Cómo se inicio la escuela?
-Se funda en el año 1975 pero ya había una ordenanza en el 64 que comenzaba a crear todo esto que vendría a hacer la escuela de música. Comienza a desarrollarse los días sábados y los docentes que estaban venían “Ad honorem”, de manera gratuita, desde la mañana hasta la tarde pasando por todos los instrumentos. A través de la demanda, se han construido 15 escuelas con la misma finalidad.

-¿Qué se logra a través de la música en la enseñanza?
-Hay dos miradas que son muy importantes. Una es una mirada artística, porque a partir de la música una criatura puede expresar un montón de cosas que no lo puede hacer solamente con la palabra, es terapéutico.

La otra finalidad que tenemos es fortalecer la personalidad de los alumnos y alumnas, su sensibilidad, dar valores que no se limiten al aprendizaje meramente de conceptos.

-¿Cómo es la relación con los y las estudiantes?
-Muy buena, a tal punto que los orientamos, animamos, ya sea desde lo profesional o simplemente para aprender otro tipo de técnica en el estilo que más prefiera. Han venido ex alumnos a saludarnos y a contarnos que esta escuela fue la catapulta a otros objetivos, los cuales han logrado con éxito. Un caso reciente es el de Agustina Gavalio, que es del barrio y está en la Orquesta Libertador. Se acercó para organizar un concierto para octubre

-¿Cómo es la labor de tus compañeros docentes?
-Somos amigos desde hace muchos años juntos transitamos las escuelas de música, y creo que, además de reunirnos fuera de clase a tocar entre nosotros, también se da un aprendizaje con gusto, nos nutrimos y seguimos aprendiendo. Estas puertas están abiertas a los vecinos, sobre todo los sábados donde practicamos.

Beto Páez es un artista que transmite tanto su infancia como las pequeñas, pero al mismo tiempo grandes, observaciones del barrio de Monte Castro. Con alegría en su rostro detalla las anécdotas, las cuales, ya las tiene anotadas para más tarde dibujarlas en el lienzo.
Sus trabajos captan la esencia porteña, así lo demuestran sus personajes como “Cany, el canibal vegetariano”, “Nicanor, el polideportivo”, “Martín Fierro y el Cabo Nula”, en especial “Filomena”, quien fue su abuela materna.

- ¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?
De chico vendía frutas con un carrito a mano, junto con mi primo “Juanca”, también trabajé en una pollería. Después trabajé en una fábrica de sillas y de lustramuebles con mi cuñado Pedro.

- ¿Cuándo fue la primera vez que te enganchaste con el dibujo?
Empecé copiando, siempre se empieza copiando. Copiaba las tapas de “Canal TV", una revista del mundo del espectáculo. También empecé haciendo enormes láminas para cuando cumplía años mi abuela Filomena, cada 15 de diciembre. Ahí es cuando descubrí el humor familiar, porque caían todos, toda la familia tenía algo que decir. Ella terminó siendo mi primer personaje y estuvo saliendo 10 años en Diario Popular.

-¿Qué artistas te gustan? ¿Te compararon con alguno?
Admiro al pintor francés Toulouse Lautrec, quien representaba la vida nocturna, y a Florencio Molina Campos. En el periódico Buenos Aires Herald, me compararon con Campos, no por el dibujo, sino por los detalles que pintó de una época en las pinturas barriales de Monte Castro.

De la misma forma que lo hizo el dibujante con sus gauchos, no hay con que darle.

-¿Qué es para vos Monte Castro?
Nací en este barrio y lo amo. La niñez y la adolescencia me marcaron a fuego. Todavía siento el perfume de los jazmines de la casa de la modista, también el limonero de mi abuela o las mandarinas de Don José Longarela.
Las puertas de calle cuando estaban sin llave, no existían las llaves. Las noches de verano en la vereda, el olor a pasto recién cortadito. No puedo olvidarme de Monte Castro.

-¿Estás trabajando en algo en la actualidad?
El Gobierno de la Ciudad me eligió mentor cultural, trabajando con los barrios de Floresta, Vélez Sarfield y Monte Castro. Estamos preparando un gran proyecto.