Revistas de Monte Castro


Revista Nº 96


Revista Monte Castro Nº96

NOTAS:


Estamos viviendo un panorama muy complicado para los que necesitan ALQUILAR un local comercial; la baja de consumo, el aumento de los servicios, la volatilidad del dólar y el marcado proceso inflacionario, hace que veamos reflejado en los Centros Comerciales un permanente cierre de Comercios que nos alarma y preocupa.

Existe una gran diferencia entre el valor pretendido por los propietarios y el que los locatarios pueden pagar para que sea rentable alquilar un comercio.

Esperamos que la economía encuentre un equilibrio en este tema, que se logre contener la inflación y de esa manera se reactive el consumo. La Asociación agradece a todos los vecinos, que con sus compras nos ayudan a mantener nuestros Comercios de pie.

María Cristina Ribaudo
Presidenta


Ya está disponible la radio del barrio. Funciona en Allende 2174 y fue lograda a través de una iniciativa de jóvenes emprendedores de Monte Castro quienes recibieron la ayuda de la Asociación de Comerciantes de Monte Castro (ACMC) y la de los vecinos de la zona. Si bien ya se contaba desde principios de 2018 con un apartado de programas e informes grabados, el 27 de diciembre del mismo año se lanzó al aire a través de internet con el tema Vencedores Vencidos, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

El objetivo es promover la integración e inclusión, informando y realizando acciones sociales, culturales, deportivas y artísticas. Si bien la radio, en lo edilicio, está íntimamente relacionada con la ACMC, al también difundir el desarrollo y evolución de las actividades comerciales, industriales y profesionales de la zona, en lo cotidiano son dos movimientos colectivos independientes.

Desde el medio se busca formar una relación con la comunidad logrando convocar a las personas para que puedan hacer conocidas sus denuncias y propuestas futuras en la programación.


Tendrá dos formas de sustentarse económicamente. La principal será a través de la publicidad de los comercios adheridos de la zona, quienes podrán tener su espacio en la radio.
Al ser comunitaria, popular y alternativa, también se apela a la solidaridad, utilizando un sistema cooperativo para distribuir el dinero de quienes aporten voluntariamente. Así se mantienen los bienes y servicios, atendiendo necesidades colectivas.

Para escuchar la radio solo hay que tener una conexión a internet. No hace falta tener ninguna aplicación, ya que podrán acceder de cualquier computadora o dispositivo móvil (celular, tablet). Se puede encontrar en la primera opción del buscador, poniendo “Radio Monte Castro Asociación”. Al entrar habrá un reproductor en la sección “Radio”, al dar “click” ya comenzará la transmisión. Para Marzo o Mayo se prevé tener una agenda con distintos programas, por ahora se puede escuchar música, como también los informes en la página de la Asociación, en la parte de “Nuestras Voces”.
A Vicente Capristi (Tito) le tiemblan las manos. Es raro, no por su edad aunque podría serlo, este año cumplirá 63 y se siente bien, pero el pulso no está como antes, será porque lo mantiene oxidado. Hace unas décadas, cuando aún tenía pelo y su piel no estaba tan arrugada y manchada, trabajaba como mozo en la Confitería del Molino. Una estructura que ahora se encuentra de la misma manera que aquel hombre con dedos inquietos. El lugar que una vez fue bar, restaurante y pastelería está abandonado entre Callao y Rivadavia, como si fuera un gigante gótico sacado de un escenario de Tim Burton.

“Ese molino era mágico, yo me sentía como Quijote”, dice Vicente al agarrar una foto de cuando todavía se podían ver las ventanas de la entrada que daban a la esquina. Las personas hacían cola para entrar a tomar una taza de té o comerse alguna masita. “Sos más como Sancho Panza”, le retruca su esposa, que le hubiese encantado ver aquella confitería, la cual se ve distante del pasado de oro y mármol que tanto la caracterizaba. Cien años después de su construcción parece un fantasma inmóvil del suelo porteño, olvidado por muchos. El viento que se siente cada tanto cerca del edificio perteneciente al Congreso Nacional, hace también temblar las paredes de aquel museo de historias y anécdotas del barrio de Balvanera.

El molino era una parte de Italia en la Argentina, construido por inmigrantes, volviéndose un capital histórico. En su nacimiento el arquitecto Gianoti, constructor del Banco Comafi y la Galería de Güemes, se juntó con el reconocido pastelero Cayetano Brenna en un asado de la colectividad italiana.
Encima de un papel manchado con grasa, donde se apoyaron los platos y cubiertos, comenzaron los sueños al realizar los planos para la edificación de la confitería. Era una inversión importante y arriesgada para la época, pero Brenna acepto con dos condiciones: “No se puede cerrar la confitería ni un minuto, es decir atenderemos clientes mientras se construye. Y tiene que estar listo para el 9 de julio de 1916, por lo menos el exterior, para celebrar la independía”.

Pocos testigos quedan que den testimonio de lo que fue el lugar que una vez estuvo ambientado con olor a café, pan dulce y familia. En el 2017 el ruido de bocinas y putiadas típico de la ciudad lo envuelve y hay olor a todo menos a nostalgia. Otro primero de mayo sin fiestas, otra navidad sin regalos. Es que Lila Scrofina, de 90 años, lo recuerdaba de una manera luminosa como su padre trabajaba “como loco” para esas fechas. Constantino Scrofina, fue pastelero de Confitería del Molino, pero no fue fácil para él demostrar sus habilidades culinarias al primer dueño, Cayetano Brenna, que ya era respetado en el mundo de la gastronomía Italiana.

A principios de julio de 2018 desde la Comisión Bicameral Administradora del Edificio del Molino junto con el aval del Congreso de La Nación comenzaron los primeros pasos para re abrirlo. Y aunque el panorama es complejo por el desgaste de los años, buscan reconstruirlo y preservarlo como un edificio historico. Para eso Tito hablará con antropologos haciendo valer su palabra como testimonio importante para la memoria porteña.
“El juicio final y otros relatos” es el nuevo libro de David Antonio Sorbille, un escritor y poeta de barrio que transmite sensaciones relacionadas al recuerdo y a lo cotidiano, enmarcado en un escenario que atraviesa al lector. Consta de 19 historias, donde cada una de ellas retrata vivencias con una visión política y social real, combinadas en una redacción que apela a lo emotivo y fantástico.

“No puedo, ni quiero, ni debo renunciar a un sentimiento básico: la indignación ante el atropello, la cobardía y el asesinato”, Rodolfo Walsh, Operación Masacre julio de 1957. Sorbille lo entendió muy bien, se puede observar en “Mano dura”, uno de sus cuentos. Hay una línea de cuestiones que unen sus relatos. Por un lado mantiene cierto aire de misterio creando personajes con maestría teniendo en cuenta que trabaja en un par de páginas con ellos, pero igualmente son memorables y reconocibles.

Sorbille parece estar inspirado no solo en Walsh, sino en otros grandes escritores como Julio Cortázar, Horacio Quiroga o Antonio Di Benedetto, enfrentando al olvido que algunas personas tienen de los mismos.

Utiliza lugares comunes pero que se ven inmersos en situaciones complicadas, buscando la empatía, sin dejar de presentar una problemática que tienen perfecto paralelismo con acontecimientos actuales. Una constante también es la critica abierta en forma de meta mensajes, con una profunda óptica que tiene un ritmo diferente en cada página. Juega con elementos que catapultan a la nostalgia, como por ejemplo en “Cartas a papá” y en “El calesitero”, quien guarda cierto parecido con Don José representando la infancia de Monte Castro, aunque el arte es subjetivo y queda a libre interpretación. Intenta plasmar aquellas huellas del pasado que damos por borradas o perdidas, y que de alguna manera siguen latentes en nuestro subconscientes.

Con una prosa ágil y difícil de encasillar en ciertos momentos, “El juicio final y otros relatos” puede resumirse por si solo: “Bendita sea la escritura, porque a través de ella tu crepúsculo tiene la magia de lo bello y la certeza de lo inmortal”.
Novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor argentino. Muchas etiquetas podrían calificar a Roberto Arlt, uno de los escritores más importantes, quien plasma en su estilo una realidad palpable y al mismo tiempo inmersa,llena de grandes personajes. Fue y es referente para las generaciones futuras que con sus recortes llamados “Aguas Fuertes”, pudieron profundizar sobre el contexto de una época y otra forma de contar los hechos. Es conocido por haber vivido en Flores, pero se cuenta que por Monte Castro tuvo un hogar.

“Jamás he olido tal extraordinario hedor de basura fermentada, como esta mañana, en la calle Arregui y Bermúdez, jurisdicción de Monte Castro. Casi… casi podía asfixiarse un elefante”, Diario El Mundo. Martes 26 de marzo de 1934, Pág. 7. Aguafuertes Municipales, “El Monte Castro olvidado por la Municipalidad”. Roberto Arlt.

Por suerte ya no huele así. Es más, la altura que tiene el barrio hace que sea, según fuentes oficiales, uno de los aires más puros de la Capital Federal. Si bien ahora no es mucha la diferencia por la contaminación ambiental, era una cuestión vital a principios de siglo 20 para aquellas personas que tenían problemas de salud y buscaban terrenos altos sin tener que irse de CABA.

“Todo lo demás, no es nada”, dice un grafiti en la casa natal de Arlt, donde descansan sus anécdotas e historias. Nació en Buenos Aires el 26 de abril de 1900 y ya desde muy chico se encontraba atraído por la literatura, acudiendo a la Biblioteca Anarquista de Flores.
En 1918 logra publicar su primer cuento “La vida puerca”, que en 1926 pasa a llamarse “El juguete rabioso”. Era un lector al boleo y tenía un derroche excesivo en su redacción, quien a diferencia de Borges, compensaba las carencias materiales con simbólicas, aplicando una masividad lingüística en sus trabajos.

Se tiene pruebas recopiladas por diferentes historiadores de la comuna 10, que Arlt tuvo su casa en 1926 sobre la calle Lascano -vereda par- entre Segurola y Sanabria. Algo que le resultaba favorable, ya que padecía bronconeumonía y según comentó su hija Alicia en una entrevista realizada por Leticia Maronese, quien pertenece a la Junta Histórica de Monte Castro, “buscaba tierras altas para vivir”. Dicen que una de sus novelas más famosas “Los siete locos”, fue inspirada por el Instituto Modelo de Frenopatía Open Door, ubicado antiguamente entre las calles Bermúdez, Santo Tomé, Benito Juárez y Lascano. Era una persona sin un hogar definido. Un trotabarrios.

En la nota del Diario el Mundo, se puede teorizar un pequeño secreto. Al tener en cuenta que por un tiempo es posible de que haya sido un vecino más, se podría dar cuenta que las últimas líneas sirven como un deseo de alejar a quien se atreva a llegar su pueblo escondido. “Después de lo dicho, creo que al lector, ya no le cabe ninguna duda, que Monte Castro no es el paraíso ni nada que se le asemeje ni remotamente”, Roberto Arlt.
En Elpidio González 4967 funciona “El taller”, un lugar que contiene en sus paredes mucha energía dedicada a la realización de distintas actividades, que fomentan la inclusión y plasman objetivos relacionados al arte. Todo de forma gratuita.

El centro cultural del barrio fue creado hace 20 años con la misión de promover un espacio para la cultura, el encuentro y la posibilidad de aprender con docentes capacitados y experimentados, en un marco humanamente positivo y afectivo. La licenciada Noemí Mattucci es una de las coordinadoras de “El taller”, y alienta a que las personas se acerquen y participen para fortalecer las redes comunitarias de Monte Castro.
Para eso ofrecen un abanico de opciones en los talleres de iniciación con una producción en distintas disciplinas artísticas.

Pertenecen al Programa Cultural en Barrios, Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Bs As, el cual lleva 30 años detrás de estas iniciativas cargadas de diversidad cultural. Su finalidad es que no haya escusas a la hora de desarrollar la imaginación, interactuando con la pintura, la plástica, el dibujo, la literatura, la música y el cine. Demuestran empeño y ganas de transmitir conciencia social.

También hay propuestas para niños y niñas, quienes podrán disfrutar de un laboratorio de ideas visuales, maquillaje y demás ofertas variadas que podrán constatarse en la página de Facebook (C.c. El Taller). En el mismo sitio web se pueden observar fotos de cómo se trabajaba, destacando los géneros del folklore, rock, danza, jazz, tango, salsa y otros ritmos caribeños.