Definido por muchos como un pueblo escondido en una ciudad, donde, a pesar del avance de las construcciones
actuales, prevalecen en su mayoría las casas bajas y un aire de tranquilidad. El epicentro de lo inhóspito para
otros, un barrio desconocido, pero que al mismo tiempo está atravesado por grandes sucesos. Otros tantos, sin
ser tan trascendentes, si que marcan huella en el camino de una persona. Una infancia en la calesita de Don José,
la enseñanza de las escuelas, una pizza en el Fortín, una medialuna en alguna confitería, una salida por las
plazas y el reconocer con la mirada esa sensación de comunidad.
El historiador Arnaldo J. Cunietti, en su investigación “Monte Castro, de la chacra al barrio”, detalla que el
nombre surge alrededor de 1700, cuando todavía Buenos Aires era una aldea de barro. Don Pedro Fernández
de Castro dio origen a la toponimia, ya que le habían administrado las tierras por merced del colonizador
Juan de Garay. Gracias a los datos conseguidos por la Junta Histórica de Monte Castro, se recuerda
como un antecedente el paso del General San Martín, acompañado por el Teniente Coronel Toribio Luzuriaga,
el 29 de mayo de 1810. Se dice también (en "El Monitor de la Educación Común" Nro. 759. Cap. Resañas
Históricas de las Escuelas de la Capital) que los miembros del Congreso del Año 13 despidieron allí a San
Martín, cuando se hace cargo del Ejército luego de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
Lo que marcó un antes y después fue la instalación del Instituto Modelo de Frenopatía Open Door. Al fundar la
Ciudad, Garay destinó la manzana 36 para la fundación de un hospital que debía tener por vecindad a una
iglesia y su administración correspondía al Cabildo, siendo sus recursos, como especifica el autor, un noveno
y medio de los diezmos. El Instituto Modelo de Frenopatía -"Sanatorio Open Door"- pasó a ser un
hospicio privado que ocupaba un predio de más de siete hectáreas, entre las calles Bermúdez, Santo Tomé,
Benito Juárez y Lascano. La entrada oficial era Jonte 4755, a través de un camino bordeado de plátanos que
atravesaba Lascano y la manzana siguiente hasta Jonte, sin pertenecer éste a la Clínica ni ser público. La entrada
tenía un arco cerrado por una puerta de reja.
Se demolieron sus pabellones y chalets entre 1958 y 1960, dando lugar a un elegante conjunto de casas que hoy se autodenomina “Barrio San Pedro”. De la forestación inicial sólo se ha conservado la plaza Monseñor Fermín Lafitte, nombre impuesto por los militares en 1977 pero que nadie utiliza. Para los vecinos y vecinas es "la plaza San Pedro". A partir de esos años Jonte comenzó a tener varias fábricas con industrias ligeras (alimentos, vestidos y calzado), lo cual hizo que los trabajadores y sus familias se asentaran en el lugar. Esta dinámica sigue en la actualidad al ser un Centro Comercial muy frecuentado.
Tranquilidad. Quizá sea simple pero en los tiempos que corren, más aún en la Ciudad de Buenos Aires, es difícil tener tranquilidad. Monte Castro genera paz, por su poco ruido en horas de la tarde y noche (si es que no hay una nueva construcción cerca). Sus habitantes son diferentes (ideología política, nacionalidad, edad) la mayoría son cordiales entre sí, sobre todo en los negocios, donde es muy común encontrarse al vecino o vecina atendiendo un local de ropa o alguna de las 4 carnicerías. En estos se dan conversaciones casuales. Según los datos recaudados por la Dirección General de Estadística y Censos, en el 2010 la población total es de 33623 personas. Y aunque el Censo hace una división binaria de 15493 varones y 18130 mujeres, hay jóvenes que no se autoperciben de esta manera. 316 años desde su nombre y por suerte el barrio evoluciona, cambia y al mismo tiempo mantiene el misticismo, de lo propio, su identidad.
Es así. Un poema apela al recuerdo podría ser “Nocturno a mi barrio”, tocado y recitado por Aníbal Troilo:
Alguien dijo una vez Que yo me fui de mi barrio,
¿Cuando? …pero ¿Cuando?
¡Si siempre estoy llegando!
Y si una vez me olvidé,
Las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja
Titilando como si fueran manos amigas,
Me dijeron: Gordo, gordo, quedáte aquí,
Quedáte aquí.